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  • Foto del escritorFrancisco Pérez Benedicto

TERRA OCUPADA - Un poemario de Pasqual Mas


1.- TERRA OCUPADA es una recopilación de poemas escritos a lo largo de tus viajes por distintos países. ¿Dirías que tu inspiración para la poesía tiene un origen geográfico o es transversal a la localización en cada momento?

No he sido consciente de ello hasta que decidí recopilar los poemas de algunos viajes. No de todos, claro, porque hay algunos que no me han despertado la necesidad de recordar con palabras algún momento especial, normalmente la percepción de aquello que se esconde o que se pretende esconder. No colecciono postales poemáticas, sino lo que subyace en ellas; no se trata de recrear el espacio, sino de ver la relación del ser humano con el ámbito geográfico que comparte y que, a menudo, está controlado por una clase dominante que le coarta sus libertades, de ahí el título.

2.- “Noticias de El Dorado” recopila los poemas escritos en tu viaje a República Dominicana. Diría que destilan pasión por un territorio todavía no explotado por el turismo capitalista en el momento en que hiciste el viaje (principios del siglo XXI) y cierta crítica apriorista por lo que intuías que sucedería. ¿Nos puedes comentar si estás de acuerdo con esta impresión?

Bueno, yo fui por trabajo, algo muy distinto de ir a un resort con la pulserita que te da acceso a todo tipo de comodidades desde que se aterriza en un aeropuerto lejos de la capital. Estuve por Santo Domingo, con algunos edificios de Trujillo recién reconvertidos en museos y teatros. Mucho tiempo en redacciones de periódicos y televisiones nacionales pero tuve el suficiente para detectar en la calle cuáles son las carencias de un pueblo que vive la pobreza (y se consideran ricos respecto a la parte haitiana) y cómo se cuela la impresión en el visitante de que todo está en venta. No me traje una buena imagen de esta isla que es la puerta del continente americano.


3.- “Perversión del Trópico” recopila los poemas escritos en Venezuela, que destilan dolor y pesadumbre. ¿Es la principal fuente que te inspiró durante tus viajes a Caracas y Laguna de Tacarigua?

La Caracas de Chaves me sorprendió porque yo llevaba la idea de que en una dictadura -como la franquista- no se podía opinar otra cosa que la que proclamaba desde el poder. Pero me veían de fuera y me decían “¡Viva chaves”; subía a un taxi y lo primero que me decían era “¡Muera chaves!” Incluso vi quemar un muñeco de chaves colgado de un árbol y todo el mundo festejándolo. ¿Qué clase de dictadura era aquella? Y si miraba a los altos de los edificios había francotiradores o si me metía en un barrio que no tocaba alguien me avisaba del peligro de cruzarme con una “balacera”. A pesar de ello, el país es un paraíso, pero tuve pocos momentos libres en mi labor periodística. Sin embargo, la Laguna de Tacarigua, al atardecer, cuando los millones de ibis escarlata (corocoras) sobrevuelan la canoa que te saca del manglar y se posan en los árboles que pasan del verde al rojo en un momento… No obstante, una ciudad en la que hay rejas en los balcones hasta el piso veinte da que pensar. Por horas no me pilló el golpe contra Chaves. Ahora sigo en contacto con gente de la oposición a Maduro. El país va de mal en peor, esa es la “perversión” de un paraíso que se te ofrece y que esconde la raíz de la corrupción.


4.- “En el país del agua” recopila los poemas escritos en Vietnam. Leyéndolos me he encontrado a mí mismo realizando el recorrido que habitualmente llevo a cabo en mis viajes allí, comenzando en Hanoi, la ciudad histórica y seria, pasando por Ha-Long Bay, que la siento tal cual tú la conviertes en poesía y terminando en Ho Chi Minh, la ciudad de la pintura y la vida nocturna. Cuando leo tus poemas, siento Vietnam y encuentro tu crítica por su transformación en un gran escenario para el turista. ¿Qué nos puedes contar que te resultase más inspirador en el País del Agua? ¿Tuviste oportunidad de cenar algún día sentado en las sillitas pequeñas de plástico a nivel de suelo en la calle?

Vietnam es un país maravilloso y acogedor. Yo tengo mi preferencia por Saigón, el actual Ho Chi Min. La gente es abierta en cuanto al trato y al sincretismo religioso. Hay alguna religión que venera a Jesús a Shakespeare y a Lenin con el mismo rango. ¡Brutal! Sin embargo, no se han quitado de encima el tufillo por rebautizar la historia, por vender una visión que no resiste la confrontación con los conocimientos que tenemos en la actualidad. Supongo que se trata de un período de transición, pero habrán de echarle mano, como han hecho con el comercio o con la agricultura (tres cosechas de arroz en un mismo año). Es un pueblo vivo, nada estático: esto sí es “modernidad líquida”, que diría Zygmunt Bauman. Vietnam te hace sentir en casa, incluso hay un pueblo cerca de Hanoi en el que todo son pequeñas fábricas de cerámica, como si estuvieras en Manises.

Respecto a comer en la calle, es algo frecuente en todo el sudeste asiático. La calle es un restaurante continuo. Tienes hambre, paras y comes. Y a seguir con lo que llevabas entre manos, por ejemplo ir a un espectáculo de marionetas flotantes ruc noi que me llevaron a escribir un relato titulado “Saigón”.


5.- “Crepúsculo en Phnom Penh” recopila los poemas escritos en Camboya. En mi opinión el régimen opresor de los Jemeres Rojos de Camboya fue uno de los más terribles, a un nivel de perversión y deshumanización similar al del régimen nazi. Tus poemas hablan de todas las atrocidades que sucedieron allí. Se respira la muerte, el horror, el sacrificio y la pena en todos ellos. Son oscuros, tristes y reproducen lo peor del ser humano. ¿Nos puedes contar cómo te repusiste de aquel viaje, si es que llegaste a hacerlo?

Me repuse escribiendo los poemas que, irremediablemente, me devuelve a aquellos sitios. Pisar los sitios donde sacrificaron tantos niños, entrar en las cárceles donde torturaron a tantos civiles… se te hace un nudo en la garganta. Por fortuna, no se cuenta el pasado tal como sucedió y no se esconde el horror, como aquí, en España, con muertos todavía en las cunetas. Nos hiela la sangre lo que sucedió en Camboya, pero hemos de ser capaces de reconocer que nuestros antepasados no lo hicieron mejor.


6.- “Perfume de Burma” recopila los poemas escritos en Birmania. Y aparece Machado. ¿Has podido comprobar cómo el lenguaje de la poesía española es universal?

Machado se me apareció después de dos horas de caminata, montaña arriba, sin ningún vehículo de motor que pudiera rescatarnos de camino a una aldea de la etnia Ann. De pronto oí a un grupo de niños como si cantaran la tabla de multiplicar y, en efecto, cuando llegamos media hora después se trataba de una escuela de paja en la que los escolares aprendían birmano, lengua distinta a la suya. Me vi en ellos; yo también había ido a una escuela en la que me enseñaron castellano, que tampoco era mi lengua. Machado hubiera escrito aquello de “Los colegiales / estudian. Monotonía / de lluvia tras los cristales”, pero aquella escuela no tenía ni ventanas. El poema estaba hecho, no había mas que escribirlo.


7.- “Cometas de Isfahán” recopila los poemas escritos en Irán. El primer poema “Velos” genera en el lector un escalofrío por la espalda. Por su verdad, por su totalidad. A quienes hemos viajado a menudo por Irán nos sitúa e identifica con una parte de la realidad del país. Sin embargo, hay otra, la de la hospitalidad de sus gentes. ¿Has podido sentirla en tus viajes? Armenicidio me retrotrae el barrio armenio de Isfahán donde he podido visitar el museo Armenio y pasear por él y observar una enorme diferencia con el resto de la ciudad. A pesar de la ausencia de libertad religiosa en Irán, aquel barrio es un pequeño oasis. ¿Qué recuerdos tienes de Isfahán?

Irán es uno de los países más hospitalarios y más seguros que hay para viajar (si no te sales de tu ruta, claro). ¡Y con agua potable fría o natural en fuentes públicas! Lástima el peso de los turbantes que ahogan a una gente que se la ve harta de tanto velo (cada vez más hacia atrás). Cierto que el barrio armenio de Isfahán parece otro mundo, pero también lo es Teherán, una ciudad que tiene hasta pistas de esquí.

Sin duda, Isfahán es impresionante, no solo por su plaza o por su zoco kilométrico cubierto, sino también por su gente y, cómo no por sus monumentos. La enorme plaza se puebla por la noche de gentes que hacen picnic y a la mañana siguiente no hace falta que el servicio de limpieza acuda a recomponer el espacio porque lo dejan como estaba. Miles de personas, con su campingás, sus cazuelas, sus juegos, sus bebés en toallas. Hablan y ríen. Alguien se atreve a tocar la guitarra suavemente a pesar de que la música esté prohibida. Los niños te asaltan para practicar el inglés que les han enseñado en la escuela. Es un respiro. Y algunos hacen volar cometas –algunas con lucecitas led- como un grito de libertad que se lanza al cielo. A las doce no queda un alma, ni un papel, ni señal de la “fiesta” diaria. Qué felicidad si no fuera que el río sigue seco porque el agua ha ido a parar a una central nuclear, si no fuera porque despertarán con un “velo” que ahoga la libertad, si no fuera…


8.- “Etiutopía” recopila los poemas escritos en Etiopía. Tengo la sensación que son los poemas más críticos con el capitalismo y la globalización. ¿Quizá porque han contaminado la sociedad más auténtica de cuantas has visitado?

Es difícil encontrar carreteras asfaltadas en más de la mitad del país. Además, el ganado las toma por cañadas (quizá lo sean) y no hay manera de avanzar. En el sur viven en tribus, la mayoría reacias a que aparezcas por allí. En taparrabos y con un fusil al hombro. Y al norte, andan ahora con parte de la población huyendo al exilio. Está todo por hacer… y allí aparece China. ¿Qué necesitas? ¿Un edificio para un ministerio? Lo que sea. Yo te lo regalo, pero las autopistas las haré yo. Las vías del tren las pondré yo. Y así, por toda África. Pero esto no es nuevo, lo mismo hace Israel en Guatemala, que lleva “becados” a los jóvenes cerca del lago Atitlán.


9.- Últimamente he leído en varios medios y escuchado reflexiones a menudo en el sentido de que estamos viviendo un resurgir de la poesía. ¿Coincides con la apreciación? ¿Es quizá una consecuencia de la introspección y el recogimiento al que nos ha sometido la pandemia?

No sabría decirte. Yo leo poesía a diario porque me nutre de imágenes y porque lleva a la verdad. El resto se queda en los hechos, pero no alcanza la fibra que los origina. Luego escribo mayoritariamente relato y ensayo; el estímulo del poema es diferente, es un punzón que te sienta frente al papel en un instante y no en otro. No sirve tomar apuntes. Has de escribir el poema, aunque sea hilvanado. No obstante, creo que la angustia a la que nos ha llevado la pandemia se pasa mejor con algo más frívolo; algo, como decía Ortega y Gasset, que nos “dis - traiga”; es decir, nos lleve a otro sitio que nos haga olvidar el que ocupamos. Para eso está el teatro, pero nos lo tienen casi censurado.


10.- Quiero darte las gracias porque he puesto en práctica un consejo / reflexión que hiciste recientemente el día que nos conocimos, el hecho de que tú todos los días lees poesía antes de salir de casa por la mañana. Me pareció un planteamiento casi profiláctico, como una medicina preventiva para salvar el alma de lo que pueda acontecer durante el día. Y he decir que yo, que no era lector de poesía en absoluto, he comenzado a hacerlo, y la verdad, me sienta muy bien. Me ensancha el espíritu y prepara mi mente para la lucha de cada día. Así que triple gracias: Gracias por tu poesía, gracias por el consejo y gracias por participar en esta entrevista.

Ves, lo acabo de repetir. Leo poesía a diario. Y gracias a ti.

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